Cuando a un niño se le
diagnostica un trastorno en el desarrollo y se le deriva a un Centro de
Desarrollo Infantil y Atención Temprana, en la mayoría de las ocasiones el
profesional de AT no sólo se encuentra con un niño con problemas, sino también con
una familia con relevantes niveles de ansiedad y desorientación. El impacto o
miedo al diagnóstico provoca unos sentimientos de baja autoestima e incluso, de
fracaso como padres y hasta como personas.
Razón por la cual, el
principal objetivo de la Atención Primaria es establecer una relación con las
familias que mejore sensiblemente la satisfacción de éstas, para evitar la
aparición de consecuencias emocionales adversas que interfieran en la relación
con su hijo, así como con toda la estructura familiar y, en general, con las
demás personas de su entorno.
Para ello se trabajará a distintos niveles: unos
en el plano interpersonal y otros de carácter más estructural. El trabajo en el plano
interpersonal debe estar dirigido a todos los componentes del sistema familiar:
ambos
padres, abuelos, hermanos. Cuando esto ya se ha logrado hay que establecer una comunicación
cómplice con el niño, y así poder conocer todas sus necesidades y aprender a
interpretar determinadas conductas, que pueden no ser verbales. Una vez
afianzada la relación se debe especificar los objetivos de la labor educativa y
terapéutica (capacidades concretas) para poder evaluarlos y conseguir, en un periodo
de tiempo, una mejora en el área del desarrollo (perceptivo-cognitivo, motriz,
lenguaje, socio-emocional) que necesite. Hay muchos programas que consiguen
esta mejora (fisioterapia infantil, terapia ocupacional, masaje infantil,
hidroterapia, etc.), pero es el juego donde
va a elaborar todas sus experiencias, tanto positivas como negativas. Es el
medio natural donde se realiza el aprendizaje y el desarrollo, le ayuda a
explorar y vivir el ambiente que le rodea y a exteriorizar todo lo que tiene en
su interior. El juego es algo que nos facilita que se sienta feliz, dando sentido a la labor realizada.
En definitiva, el objetivo
final de la Atención temprana es devolver la felicidad a estas familias, capacitándolas y motivándolas para que puedan lograr la mejor calidad de vida, tanto para ellos como para sus
hijos. Por eso es necesario, satisfacer todas sus necesidades, tanto a nivel
emocional como institucional (salud, servicios sociales y de educación).